Entrada ya publicada en psicoteca.
Hace tiempo hice un trabajo de investigación. No me dedico profesionalmente a este campo, y lo digo para que no le lleve a nadie a error. Eso no quita que me aprendiese bien las lecciones sobre psicología experimental y estadística aplicadas a la investigación, así que con unos conocimientos básicos en metodología experimental, en cuanto se me presentaba la ocasión me apuntaba a hacer algún estudio. Dicho esto, hay que tener en cuenta que no soy ningún tipo de fuente fiable a considerar en ese sentido, y de ahí mi aviso. De cualquier modo quiero compartir con vosotros una experiencia que hice en su día, y que de otro modo quedaría en el olvido en un armario lleno de libros y apuntes.
En una ocasión hice un trabajo para estudiar la superstición. Por supuesto que no profundicé lo suficiente en los antecedentes de la investigación ni nada parecido (como habría que haber hecho realmente). Simplemente me dediqué a hacer la prueba.
Quería saber cómo podía influir una historia, un testimonio reciente, en las creencias que la gente tenía sobre determinadas cuestiones como las supersticiones. Esto tiene bastante sentido, ya que muchas formas de pseudoterapia ganan credibilidad precisamente por el boca a boca. Ya sabéis, lo típico de…”pues a mi prima le funcionó”.
La verdad es que era un experimento mal diseñado, para qué nos vamos a engañar. Pero hay algo que llamó mi atención al hacerlo, algo que no estaba buscando. Lo cierto es que tal y como me recomendaron una vez, al conseguir los datos correlacioné todas las variables para ver si encontraba una relación entre algunas de ellas. Y ¡bingo! Resulta que encontré una correlación entre dos variables dependientes, entre la “creencia en el destino” y “la creencia en las supersticiones”.
Este resultado me llamó la atención ya que yo suponía que alguien que cree en el destino no creería en las supersticiones. Si no controlo yo mi vida, ¿para qué intentar controlarla evitando hacer cosas que den mala suerte?
Lo cierto es que había encontrado una correlación que no me esperaba, y entre las conclusiones del trabajo acabé diciendo que seguramente las personas que creen en el destino son las mismas que creen en las supersticiones, tal vez debido a una falta de racionalidad en su forma de pensar, que no de inteligencia.
Hace poco, en septiembre del año pasado, me hizo ilusión encontrar una entrada en “El Clan del Oso Blanco”, que hacía mención a un estudio que acababa de publicarse y donde entre otras cosas decía precisamente eso, que una de las cosas que habían encontrado era que las personas supersticiosas eran las mismas que tendían a creer en el destino. Os copio parte el texto…
“Las personas que creen que el destino y la casualidad controlan sus vidas tienden más que otras a ser supersticiosas.”
Podemos encontrar información sobre el estudio aquí también. Entre otras cosas en este otro documento se dice lo siguiente...
"One of the major discoveries was that people who believe that chance and fate control their lives are more likely to be superstitious."
Yo sigo guardando el trabajo, y recuerdo que lo entregué a un profesor, aunque seguramente el ejemplar que le entregué al maestro estará ya en la basura. Dudo mucho que los guarden si es que llegan a leerlos.
Se comentan además otras cosas también de interés en el estudio que podéis leer. Desde que lo vi quería sacar un rato para buscar el artículo original y comentar algo sobre el tema. Pero como no hay tiempo para todo lo he ido dejando. Hoy he entrado en “El Clan del Oso Blanco” y he visto que cierra el blog después de unos cuantos años en activo, así que me he decidido a escribir esta entrada a pesar de que no he buscado el artículo que citan en el clan. En parte lo hago para comentar mi pequeña experiencia de investigación, en parte para despedir a Viper y desearle lo mejor desde aquí en su vida en general y en especial con su paternidad. Si lees esto Viper, ¡mucha suerte!
Hace tiempo hice un trabajo de investigación. No me dedico profesionalmente a este campo, y lo digo para que no le lleve a nadie a error. Eso no quita que me aprendiese bien las lecciones sobre psicología experimental y estadística aplicadas a la investigación, así que con unos conocimientos básicos en metodología experimental, en cuanto se me presentaba la ocasión me apuntaba a hacer algún estudio. Dicho esto, hay que tener en cuenta que no soy ningún tipo de fuente fiable a considerar en ese sentido, y de ahí mi aviso. De cualquier modo quiero compartir con vosotros una experiencia que hice en su día, y que de otro modo quedaría en el olvido en un armario lleno de libros y apuntes.
En una ocasión hice un trabajo para estudiar la superstición. Por supuesto que no profundicé lo suficiente en los antecedentes de la investigación ni nada parecido (como habría que haber hecho realmente). Simplemente me dediqué a hacer la prueba.
Quería saber cómo podía influir una historia, un testimonio reciente, en las creencias que la gente tenía sobre determinadas cuestiones como las supersticiones. Esto tiene bastante sentido, ya que muchas formas de pseudoterapia ganan credibilidad precisamente por el boca a boca. Ya sabéis, lo típico de…”pues a mi prima le funcionó”.
La verdad es que era un experimento mal diseñado, para qué nos vamos a engañar. Pero hay algo que llamó mi atención al hacerlo, algo que no estaba buscando. Lo cierto es que tal y como me recomendaron una vez, al conseguir los datos correlacioné todas las variables para ver si encontraba una relación entre algunas de ellas. Y ¡bingo! Resulta que encontré una correlación entre dos variables dependientes, entre la “creencia en el destino” y “la creencia en las supersticiones”.
Este resultado me llamó la atención ya que yo suponía que alguien que cree en el destino no creería en las supersticiones. Si no controlo yo mi vida, ¿para qué intentar controlarla evitando hacer cosas que den mala suerte?
Lo cierto es que había encontrado una correlación que no me esperaba, y entre las conclusiones del trabajo acabé diciendo que seguramente las personas que creen en el destino son las mismas que creen en las supersticiones, tal vez debido a una falta de racionalidad en su forma de pensar, que no de inteligencia.
Hace poco, en septiembre del año pasado, me hizo ilusión encontrar una entrada en “El Clan del Oso Blanco”, que hacía mención a un estudio que acababa de publicarse y donde entre otras cosas decía precisamente eso, que una de las cosas que habían encontrado era que las personas supersticiosas eran las mismas que tendían a creer en el destino. Os copio parte el texto…
“Las personas que creen que el destino y la casualidad controlan sus vidas tienden más que otras a ser supersticiosas.”
Podemos encontrar información sobre el estudio aquí también. Entre otras cosas en este otro documento se dice lo siguiente...
"One of the major discoveries was that people who believe that chance and fate control their lives are more likely to be superstitious."
Yo sigo guardando el trabajo, y recuerdo que lo entregué a un profesor, aunque seguramente el ejemplar que le entregué al maestro estará ya en la basura. Dudo mucho que los guarden si es que llegan a leerlos.
Se comentan además otras cosas también de interés en el estudio que podéis leer. Desde que lo vi quería sacar un rato para buscar el artículo original y comentar algo sobre el tema. Pero como no hay tiempo para todo lo he ido dejando. Hoy he entrado en “El Clan del Oso Blanco” y he visto que cierra el blog después de unos cuantos años en activo, así que me he decidido a escribir esta entrada a pesar de que no he buscado el artículo que citan en el clan. En parte lo hago para comentar mi pequeña experiencia de investigación, en parte para despedir a Viper y desearle lo mejor desde aquí en su vida en general y en especial con su paternidad. Si lees esto Viper, ¡mucha suerte!
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2 comentarios:
Hola, he leído parte de tu entrada y bueno, debo ser un caso raro porque aunque no quiera, acabo creyendo en el destino de alguna forma, sin tener religión alguna y, sin embargo, no soy nada supersticiosa, comparada con mi madre que sí lo es. No creo en divinidades, ni magia, ni adivinos, ni supersticiones, pero hay una fuerza mayor que me hace creer en una especie de destino libre y arbitrario, es decir, un destino con varios caminos a elegir mediante elecciones para cada persona y que, simplemente, están ahí.
Por cierto, soy estudiante de sociología y ahora mismo estoy estudiando este tipo de cosas en antropología ;)
Mi blog es: www.jovenesdlmundo.blogspot.com
Este tipo de estudios ya se sabe que se basan en datos que no tienen que cumplirse necesariamente en todos los casos. Puede darse la tendencia, lo que no quiere decir que "todas todas las personas que son supersticiosas" "crean en el destino".
Un saludo Anaïs ;)
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