Hace unas semanas pusieron en la tele (por enésima vez) la película La Jungla 2, segunda parte de la conocida saga de La Jungla de Cristal (lamentable traducción heredada de la primera película, y que pierde totalmente su significado en las demás). Se podrían mencionar varias cosas sobre la peli en este blog, pero de momento me quedaré con la secuencia del final, donde nuestro héroe hace reventar el avión en el que huyen los malos.
Recordemos la secuencia: John McClane lucha contra el malo malísimo, sobre el ala de un avión que circula por la pista. En la refriega, abre la tapa del depósito de combustible del ala, y cae empujado por el villano. Parece que los malos van a escapar, pero entonces McClane se da cuenta de que el avión está dejando un reguero de combustible, y lo prende con su mechero mientras dice su mítica frase: Yipi-kai-yei, hijo de p*** (sí, ya sé que no se escribe exactamente así). Vemos que el fuego avanza por el reguero, hasta alcanzar el motor del avión, que ¡ya estaba en el aire! y explota de forma espectacular.
Recordemos la secuencia: John McClane lucha contra el malo malísimo, sobre el ala de un avión que circula por la pista. En la refriega, abre la tapa del depósito de combustible del ala, y cae empujado por el villano. Parece que los malos van a escapar, pero entonces McClane se da cuenta de que el avión está dejando un reguero de combustible, y lo prende con su mechero mientras dice su mítica frase: Yipi-kai-yei, hijo de p*** (sí, ya sé que no se escribe exactamente así). Vemos que el fuego avanza por el reguero, hasta alcanzar el motor del avión, que ¡ya estaba en el aire! y explota de forma espectacular.
¿Por dónde empezar? Bueno, cuando una sustancia arde con llama, lo que ocurre en realidad es que se está produciendo la combustión de gases emanados por la sustancia en cuestión. En algunos casos, como en la quema de madera, los gases son producidos por la combustión de la sustancia, que se realiza sin llama (sí, hay combustiones sin llama, y un ejemplo cotidiano son los cigarrillos). Sin embargo, en el caso de combustibles líquidos como el alcohol, la gasolina o el queroseno, los gases son la propia sustancia en estado gaseoso, es decir, el propio vapor del combustible. Los líquidos pueden evaporarse a temperaturas por debajo de su punto de ebullición, es decir, no es necesario que hiervan; sin embargo, cuanto mayor sea la temperatura, mayor será la evaporación. En el caso de líquidos inflamables, se define el llamado punto de inflamabilidad, que es la mínima temperatura a partir de la cual, el vapor forma una mezcla inflamable con el aire. Es decir, por debajo de esa temperatura, el líquido no arde.
¿Por qué cuento todo esto? Bueno, el combustible utilizado en aviones a reacción es queroseno, que tiene su punto de inflamabilidad por encima de los 38º C (el punto exacto depende de la mezcla, ya que no se usa queroseno puro). Como recordaréis, la película transcurre durante una tormenta de nieve, por lo que podemos tener la certeza de que la temperatura ambiente estaba bastante por debajo de esos 38º C (posíblemente, incluso bajo cero). En esas condiciones, era imposible prender el rastro de queroseno.
Mucho cuidado, que eso no quiere decir que podamos acercar tranquilamente una llama a un charco de queroseno. Una combustión produce calor, por lo que el combustible que esté en contacto con la llama, aumentará progresivamente su temperatura, hasta llegar al punto de inflamabilidad. Pero al menos, deberá transcurrir un tiempo para ello. Como curiosidad, mencionaré que el punto de inflamabilidad de la gasolina es inferior a los -40º C (nuevamente, el punto exacto depende de la mezcla exacta). Así que desde el punto de vista de una ignición accidental, la gasolina es más peligrosa (aunque luego, una vez iniciada la llama, el queroseno es más peligroso).
Vayamos ahora con el reguero en sí. El avión pierde combustible mientras circula por la pista, y aunque al principio se mueve despacio (cuando pelean los personajes sobre el ala), al final alcanza la velocidad de despegue. Como he mencionado antes, la acción transcurre durante una tormenta, con viento y nieve. Además, el chorro se inicia cerca de uno de los motores, que al ser un motor a reacción, expulsa gases a gran velocidad. Con todos estos factores, parece muy improbable (por no decir imposible), que se formara un reguero continuado en el suelo, de varios dedos de ancho. Más bien, el combustible se tendría que haber dispersado como con un aspersor, cayendo en forma de pequeñas gotas, separadas entre sí. En estas condiciones, aun suponiendo que el combustible ardiese, la llama no podría propagarse como vemos en la película.
Finalmente, tenemos la propagación de la llama, que alcanza al avión cuando acaba de separarse del suelo. Eso implica, obviamente, que la velocidad de propagación de la llama es superior a la del avión. En la peli, el avión se trata del conocidísimo Boeing 747 (en toda peli que se precie, si aparece un avión de pasajeros, debe de ser un 747). Este aparato, según Aerospaceweb.org, tiene una velocidad de despegue de 290 km/h. Desafortunadamente, no he encontrado cifras sobre la velocidad de propagación de llama en el queroseno, pero fijáos que tendría que ser superior a esos 290 km/h. Además, en unas condiciones totalmente adversas, como son las que hemos comentado (alta dispersión, y baja temperatura ambiental).
¿Por qué cuento todo esto? Bueno, el combustible utilizado en aviones a reacción es queroseno, que tiene su punto de inflamabilidad por encima de los 38º C (el punto exacto depende de la mezcla, ya que no se usa queroseno puro). Como recordaréis, la película transcurre durante una tormenta de nieve, por lo que podemos tener la certeza de que la temperatura ambiente estaba bastante por debajo de esos 38º C (posíblemente, incluso bajo cero). En esas condiciones, era imposible prender el rastro de queroseno.
Mucho cuidado, que eso no quiere decir que podamos acercar tranquilamente una llama a un charco de queroseno. Una combustión produce calor, por lo que el combustible que esté en contacto con la llama, aumentará progresivamente su temperatura, hasta llegar al punto de inflamabilidad. Pero al menos, deberá transcurrir un tiempo para ello. Como curiosidad, mencionaré que el punto de inflamabilidad de la gasolina es inferior a los -40º C (nuevamente, el punto exacto depende de la mezcla exacta). Así que desde el punto de vista de una ignición accidental, la gasolina es más peligrosa (aunque luego, una vez iniciada la llama, el queroseno es más peligroso).
Vayamos ahora con el reguero en sí. El avión pierde combustible mientras circula por la pista, y aunque al principio se mueve despacio (cuando pelean los personajes sobre el ala), al final alcanza la velocidad de despegue. Como he mencionado antes, la acción transcurre durante una tormenta, con viento y nieve. Además, el chorro se inicia cerca de uno de los motores, que al ser un motor a reacción, expulsa gases a gran velocidad. Con todos estos factores, parece muy improbable (por no decir imposible), que se formara un reguero continuado en el suelo, de varios dedos de ancho. Más bien, el combustible se tendría que haber dispersado como con un aspersor, cayendo en forma de pequeñas gotas, separadas entre sí. En estas condiciones, aun suponiendo que el combustible ardiese, la llama no podría propagarse como vemos en la película.
Finalmente, tenemos la propagación de la llama, que alcanza al avión cuando acaba de separarse del suelo. Eso implica, obviamente, que la velocidad de propagación de la llama es superior a la del avión. En la peli, el avión se trata del conocidísimo Boeing 747 (en toda peli que se precie, si aparece un avión de pasajeros, debe de ser un 747). Este aparato, según Aerospaceweb.org, tiene una velocidad de despegue de 290 km/h. Desafortunadamente, no he encontrado cifras sobre la velocidad de propagación de llama en el queroseno, pero fijáos que tendría que ser superior a esos 290 km/h. Además, en unas condiciones totalmente adversas, como son las que hemos comentado (alta dispersión, y baja temperatura ambiental).
Este artículo fue escrito en
Malaciencia por el autor de dicho blog, y se encuentra bajo una licencia de Creative Commons 2.5.
La jungla de cristal: lo que John McClane no nos contó
Construyendo un cañón de Gauss
2 comentarios:
Qué bueno el post y que malos suelen ser los guionistas de las películas que no son capaces de tener en cuenta estos pequeños detalles. Gracias por compartirlo con nosotros Héctor! He leído muchos post de Malaciencia pero éste se me había pasado. ;)
La verdad es que al entrada está muy bien. Un saludo ;)
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