jueves, 25 de septiembre de 2008

Las Vacunas del Futuro

Algo ocurría a las recolectoras de leche infectadas por la viruela vacuna, que les libraba de padecer la letal viruela humana. Esta simple observación llevó al médico rural Edward Jenner a establecer los primeros experimentos vacunales en 1796, cuando una ola de viruela asolaba Europa.


Tomó pus de heridas de viruela de la granjera Sarah Nelmes (cuya infección era de origen vacuno) y la introdujo en el pequeño James Phipps de tan sólo 8 años. Como era de esperar, el pequeño mostró síntomas propios de la infección por la viruela vacuna. Lo sorprendente estaba por llegar, cuando, una vez recuperado de la enfermedad, el médico inglés le inyectó muestras infectadas de viruela humana, sin observar síntoma alguno.

Aunque hoy día se considere a Jenner el padre de las vacunas, las primeras evidencias escritas de prácticas de vacunación datan del siglo XI en China. Dichas prácticas cosistían en sacar pus de las heridas de viruela de enfermos e introducirlo en individuos sanos.

El mismo protocolo fue introducido en Gran Bretaña por Lady Mary Wortley Montagu, y en el siglo XIII la "variolización" se extendió a toda Europa. Los problemas higiénicos de la época unidos al riesgo que acompaña al protocolo, hicieron que tras grandes fracasos, se fuera abandonando la práctica.

Tras el éxito de Jenner la carrera por conseguir la profilaxis de numerosas enfermedades ha sido impresionante. Para múltiples enfermedades se adoptaron protocolos similares, o se buscaron otros más seguros.

Así, las vacunas vivas (con bajas dosis de patógenos vivos) dieron paso a las vacunas con patógenos atenuados (cuya capacidad de causar patología está muy reducida o es nula) o directamente muertos, para aumentar su seguridad, manteniendo los resultados de protección.

Recalcar que entendemos por patógeno cualquier organismo que pueda producir enfermedad, ya sean virus, protozoos, bacterias...

Para algunas enfermedades este tipo de vacunas sencillas era suficiente y gracias a ello hoy en día contamos con varias vacunas que ya llevan varios años con nosotros.

¿Pero qué ocurre con las enfermedades en las que inocular el parásito vivo, atenuado o muerto no es suficiente? ¿Cuales son las estrategias que se siguen actualmente?

Tras los fracasos en los protocolos básicos, se empezó a hilar un poco más fino. Y es que de lo que se trata es de "enseñarle" al sistema inmunológico frente a que tiene que combatir, para que esté preparado. Y para ello, muchas veces, un patógeno entero es demasiada información.

Empezó la carrera por buscar antígenos (subunidades del patógeno que despiertan la atención del sistema inmune) para dirigir frente a ellos una respuesta bien definida, para que quede recuerdo durante mucho tiempo de dicho antígeno.

Prácticamente la totalidad de los antígenos son proteínas. Puesto que aislarlas de los patógenos no da buenos rendimientos (se obtiene muy poca cantidad, suponiendo un gran coste), lo mejor es, gracias a la tecnología del ADN recombinante, obtener el gen que produce la proteína y producirla en grandes cantidades en bacterias o levaduras.

Algunas barreras se salvaron gracias a esta tecnología, y ya hay vacunas de este tipo en el mercado, como la reciente vacuna para luchar contra el cáncer de útero.

En ocasiones, las proteínas por si solas no son suficientemente inmunogénicas, por lo que se les acompaña de compuestos que ayudan a redirigir o aumentar la respuesta inmunológica llamados adyuvantes. Existen numerosos tipos de adyuvantes y la elección radica en la respuesta inmunológica concreta que se pretende estimular.

El problema de las proteínas es que son muy suyas, su estabilidad puede ser limitada y muchas veces las bacterias y las levaduras no daban resultados satisfactorios. Entonces se pensó en dar otro paso adelante, y meter directamente el gen que produce la proteína en grandes cantidades, y dejar que las células de nuestro propio organismo produzcan el antígeno.

Llegó el turno de las vacunas de ADN.

Las bacterias tienen un tipo de ADN circular muy pequeño y estable, denominado plásmido que se ha convertido en la estrella de la ingeniería genética, y que de normal es usado por las bacterias para acumular genes destinados a resistir antibióticos, entre otras cosas.



Quitando todos esos genes y poniendo nuestro gen de interés mediante ingeniería genética, tenemos "un anillo" con la información necesaria para que, una vez introducido en nuestras células, se produzca el antígeno deseado.

Al ser ADN bacteriano, no necesitamos usar adjuvantes (en la mayoría de los casos), ya que el sistema inmune lo detecta como extraño (al fin y al cabo es parte de una bacteria) y se ve estimulado por su propia naturaleza. Además es barato de producir, y altamente estable (lo que es una ventaja para su uso en el tercer mundo, donde no cuentan con medidas conservantes avanzadas).

Actualmente las vacunas de ADN inundan los ensayos clínicos de las vacunas del futuro, las que hoy en día protagonizan las publicaciones científicas específicas, y con las que contamos para inducir profilaxis en múltiples enfermedades.

Pero también podemos introducir los genes de los antígenos en virus atenuados, que entran en nuestras células de forma controlada e introducen y expresan los genes de los antígenos en nuestro interior, sin producir ninguna patología. Actualmente los virus más utilizados son el virus vaccinia (además de otros poxvirus), y adenovirus.

La secuenciación de los genomas de múltiples patógenos, y la cada vez más desarrollada ingeniería genética nos van dotando de estas nuevas herramientas para intentar conseguir algo tan complicado como la profilaxis. Como siempre, constantemente salen cosas nuevas, porque cada vez podemos hacer las cosas a un nivel de detalle mayor. Por eso al principio se inoculaba el bicho vivo, luego muerto, luego pedacitos, luego los genes que producían los pedacitos...

Así que si en poco tiempo véis que las vacunas de ADN, o las basadas en virus inundan las noticias de biomedicina, ya estábais avisados de antemano. Y los investigadores estaremos ya metidos en algo más pequeñito, porque habrá enfermedades que tampoco se consigan curar con lo que hoy en día sabemos, y por supuesto, no vamos a tirar la toalla.

Nota:

La primera imagen está extraida del blog debiogeo.blogspot.com, la segunda de www.msd.com.tw, la tercera de wikipedia y la cuarta de patentados.com

Artículo publicado por Lucas (Sonicando)

Gracias a Héctor y a Sophie por la revisión del artículo.


¿Cómo nos movemos en ausencia de gravedad?

¿Dónde está el fotón?

7 comentarios:

Carlos Lobato dijo...

Nivelazo en el primer post! Mando a mis alumnos a estudiarse las vacunas por aquí. ;)

Aprendiz dijo...

Acabo de descubrir este blog, y estoy asombrado. Yo, que también me dedico a esto de la ciencia, estoy encantado de poder encontrar un lugar donde cosas conocidas o menos conocidas se explican de un modo tan claro.

Gracias!!!!

Anónimo dijo...

Chapeau, me gusta mucho cómo te ha quedado ;)

Anónimo dijo...

Perfecto Lucas. Un artículo genial que me ha hecho recordar alguna que otra cosilla de las que aprendí en biología en 2º de bachiller. xDD

Desde luego no podía haber una presentación mejor ;)

Anónimo dijo...

Gracias por explicarnos de forma tan clara cómo anda el tema de las vacunas. Buena entrada :)

Gracias aprendiz. Ya sabes, pasa cuando quieras. Nosotros aquí estamos, ya tienes la dirección ;)

Un saludo

Héctorr

Anónimo dijo...

Muchas gracias a todos, me alegro mucho de que os haya gustado, que siempre la primera entrada da algo de yuyu...

Un Saludo a todos ¡¡

Penis Girth Enhancer dijo...

Es muy interesante como la medicina ha ido descubriendo poco poco medicamentos muy útiles.