"Dirty pigs are healthy pigs" (Los cerdos sucios son cerdos sanos) era el titular que abría una de las entradas de nature news la semana pasada. Y la cabecera remataba el titular:
Living like a pig could be good for you. Research has shown how dirty piglets obtain 'friendly' bacteria that help them to develop healthy immune systems later in life. (Vivir como un cerdo puede ser bueno para tí. Investigaciones han revelado como los lechones más sucios que estaban en contacto con bacterias "amigas" desarrollaban un sistema inmune saludable durante el resto de su vida)
La noticia justo me daba el pié para un artículo que llevo mucho tiempo queriendo escribir para el Museo de la Ciencia. Un artículo sobre la llamada "The Hygiene Hypothesis"
El ser humano lleva a las espaldas una larga evolución hasta llegar a nuestros días. Una larga evolución en la que nuestro sistema inmunológico ha aprendido a vivir con microorganismos "amigos" y microorganismos patógenos. Durante mucho tiempo ha sido crucial para nuestro organismo tolerar a los primeros y eliminar a los segundos. Ha sido crucial distinguirlos. Y el contacto con ellos es indispensable para el aprender a distinguirlos. Un aprendizaje que estamos rompiendo recientemente.
El problema es que en un periodo de tiempo muy pequeño hemos hecho cambios de vida muy grandes. Hemos evolucionado culturalmente a un ritmo mucho mayor que genéticamente. Y ahora nos estamos dando cuenta de que no todos los cambios han sido para bien.
Una de las grandes cualidades de los países desarrollados es su higiene. Todo está esterilizado. Todo tiene fecha de caducidad. Los animales están lejos y sus parásitos también. Ya no existe diferencia entre microorganismos amigos o enemigos. Ya no existen la mayoría de los microorganismos a nuestro alrededor. Y en principio nos parece bien.
Pero de esa manera nos estamos maleducando a nosotros mismos. El problema reside en el aprendizaje del que hablaba. Ahora nuestro sistema inmune no se acostumbra a "tolerar" microorganismos que no son dañinos. Se pega la mitad del desarrollo sólo con unos pocos, y casi siempre patógenos. Y como no ejercita la tolerancia frente al microorganismos "amigos" tampoco es una actitud que se le de bien con otras cosas. Y ahora es cuando aparecen de la mano las alergias y los desórdenes autoinmunes.
Pero ojo, que no es nada nuevo. En 1966 Leibowitz y colaboradores sugirieron que había evidencias de una mayor incidencia de esclerosis múltiple en individuos criados en ambientes altamente higiénicos. 20 años más tarde Strachan observó que el riesgo de sufrir rinitis alérgica estaba inversamente relacionado con el orden de nacimiento y el tamaño de la familia. Proponían que cuantas más infecciones infantiles sufrieras menor era el riesgo de rinitis.
Lo más reciente que conozco es que ahora resulta que todo esto podría acarrear problemas mayores. Ahora se está buscando relación a la ausencia de infecciones en la infancia con patologías tan distantes inicialmente como la depresión y el cáncer.
Y es que estudios en ratones demuestran alteraciones en la conducta, sobre todo la asociada con el miedo en ratones que han permanecido en ambientes demasiado higiénicos, en comparación a ratones que han sufrido infecciones de diversa índole.
Con el cáncer, la hipótesis (respaldada también por estudios estadísticos) es distinta. Sabemos que las células tumorales se saben esconder del sistema inmunológico. Que les gusta pasar desapercibidas. Y si nada activa el sistema inmunológico, mejor para ellas. La cosa cambia cuando hay infeciones recurrentes, y el sistema inmunológico se ve activado ocasionalmente. El control es mayor y el desarrollo de tumores se ve disminuído.
Ahora enciende la tele y echa un vistazo a los anuncios. A cómo entendemos la limpieza. Cómo tratamos a los niños pequeños, que casi no tocan el suelo por si comen tierra de las macetas.
Ahora es posible que nos estemos empezando a dar cuenta de que necesitamos un poquito menos de limpieza para estar sanos.
Referencias:
1- "Review series on helminths, immune modulation and the hygiene hypothesis: The broader implications of the hygiene hypothesis. Graham A.W. Rook. Immunology 126, 3-11. 2008.
2-"The effect of infections on susceptibility to autoimmune and allergic diseases" Jean François Bach, N Engl J Med, vol 347, Nº12 September 19, 2002.
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3 comentarios:
Sólo leyendo el principio (ya leeré el resto cuando tenga tiempo), diré que es una verdad como una casa. Además, no hace falta hacer experimentos con cerdos. Se pueden realizar estadísticamente con personas: personas de ciudad y personas de campo.
Yo mismo provengo de un pueblo (tampoco es una cosa tercermundista, eh. Simplemente, el contacto con las cosas que dan alergia normalmente es mayor). De pequeño jugaba mucho entre la tierra (en vez de en un parque, o en el asfalto), iba habitualmente al campo (flores, insectos... Cosas de esas) y estaba relativamente en contacto con bichos varios (vacas, ovejas, gatos, perros)... No tengo alergia a nada.
Y dudo mucho que en un pueblo (pueblo pequeño, se entiende. De menos de 1000 habitantes) pueda nadie encontrar a alguna persona con alergia. No son habituales.
Por otra parte, tengo primos (es decir, nuestras características no difieren demasiado) que desde pequeños han estado en la ciudad. Han desarrollado alergia al polvo. Además, mucha gente que conozco, que siempre han vivido en la ciudad (se supone que ambientes más libres de alérgenos que el campo), tienen alergias al polen, al polvo...
Por eso, medio en serio, medio en broma, siempre que sale el tema, digo que "un niño pequeño tiene que crecer rebozado en mierda". Y creo que es bastante cierto.
Pôr otra parte, cada vez que veo un anuncio de "purificadores de aire", cosas que atrapan el polvo y demás, cuya publicidad está generalmente enfocada a los niños pequeños ("ten la casa limpísima: piensa en tu bebé") pienso que es dar un paso atrás. De esa forma dejas el sistema inmune hecho polvo, pues no puede desarrollarse correctamente. Nunca sabrá distinguir entre un grano de polen y el virus de la gripe, y eso es algo que me parece que está siendo habitual en todas las ciudades, pues se ha creado una burbuja aséptica que, eso sí, lo trivial ha desaparecido (el polen, por ejemplo), pero luego se transmiten los virus como la seda, oye (gripe, por ejemplo). :D
Un saludo a todos.
Da que pensar...
Hay casos en esta sociedad en los que la limpieza y la higiene se parecen mas a una obsesión que a una medida de precaución y de salud. Muchas veces parece que tenemos que vivir poco menos que en quirófanos esterilizados.
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