Con permiso de la serpiente, uno de los animales más temidos es probablemente la araña. La mitología mundial está plagada de referencias a ellas y otros arácnidos. Pero a pesar de ello, la aracnofobia es la menos entendida de todas las fobias a animales.
Al ser animales venenosos y de picadura dolorosa, este miedo cerval a ellas podría explicarse como una adaptación evolutiva para evitarlas instintivamente. Sin embargo, las abejas y avispas también pican y tienen veneno y de lejos despiertan tanta animadversión como las arañas. Por otra parte, y salvo complicaciones debidas a alergias, la práctica totalidad de las especies de arañas que viven en latitudes templadas son relativamente inofensivas para los seres humanos.
Otra razón podría ser más psicológica: su aparición sin previo aviso en lugares relativamente cercanos (¿quién no se ha asustado alguna vez al ver una araña en una esquina del techo o al haberse dado de cara con una telaraña sin darse cuenta?) unida a la grotesca forma de su cuerpo (cuatro largos pares de patas que salen de un cuerpo desproporcionado en el que el abdomen es varias veces más voluminoso que el cefalotórax en las arañas tejedoras o las arañas peludas representadas por las tarántulas y otros migalomorfos) y la impredecibilidad de sus movimientos crean miedo e inquietud. Del mismo modo que Jorōgumo y Tsuchigumo en la mitología japonesa, la araña gigante monstruosa (y normalmente hambrienta de carne humana) es un ser recurrente en la literatura (por ejemplo, Aragog, en Harry Potter y la cámara secreta, y Ella-Laraña, en Las dos torres) y en el cine.
La forma del miedo. Izquierda: Nephila clavata, una araña tejedora que fotografié en Kioto. Derecha: La tarántula rosa salmón brasileña (Lasiodora parahybana) lo tiene todo para desatar el pánico: es grande, gorda y peluda. Fotografía de Bradsview.
La araña gigante viene a ser como una manifestación deformada del temor que se tiene a estos arácnidos por ser animales venenosos y relativamente cercanos al ser humano. La presencia de arañas en la mitología y en la cultura hace que la aracnofobia sea fundamentalmente una conducta aprendida. De hecho, los aracnofóbicos atribuyen su fobia a la información que obtienen y tienen pensamientos distorsionados sobre las arañas, considerándolas agresivas y beligerantes, como si sólo fueran a dirigirse contra ellos aunque existan otras personas acompañándoles.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Würzburg (Alemania) ha estudiado cuál de estas dos posibles razones, la evolutiva (veneno) y la psicológica
(miedo y repulsión) pesa más en la aracnofobia. Para ello, presentaron a 76 estudiantes fotografías de artrópodos (arañas, escarabajos, abejas/avispas y mariposas/polillas) que tenían que evaluar según el temor, repulsión o peligrosidad que les evocaba. El resultado es que las arañas obtuvieron la máxima puntuación en todas las categorías, siendo la sensación de asco y miedo predominantes sobre la de peligro; lo que les llevó a afirmar que el temor a las arañas no puede explicarse únicamente por su potencial peligrosidad, dejando para el futuro un estudio sobre la percepción que se tiene de las arañas en diferentes culturas y los rasgos y comportamientos arácnidos que provocan la sensación de miedo y repulsión. Personalmente, echo en falta en el estudio que se mostraran imágenes de ciempiés (escolopendras, sobre todo), otro de los artrópodos terrestres que comparten con las arañas una picadura dolorosa y venenosa, una forma inquietante y la aparición por sorpresa en lugares relativamente cercanos.
Resultados del estudio. Valoración de las sensaciones de miedo, asco y peligro frente a arañas, escarabajos, abejas, avispas y mariposas/polillas entre 0 (ninguno) y 9 (extremo).
Quizá la imagen de una araña gigante estaba presente en el subconsciente de los paleontólogos que publicaron una descripción en 1980 de unos restos fósiles del Carbonífero superior (hace 318 a 299 millones de años) hallados en Argentina y los interpretaron como los de una araña, bautizándola con el nombre de Megarachne servinei. Según su descripción, se trataba de una especie de migalomorfo (tarántula) cuyo cuerpo medía casi 34 centímetros de longitud y que podría haber alcanzado el medio metro con las patas extendidas. Sin embargo, fósiles más completos revelaron que no se trataba de una araña gigante, sino de un escorpión marino (euriptérido).
La araña gigante impostora. Fósil de Megarachne servinei (izquierda) que dio lugar a su interpretación como araña (centro), aunque finalmente se ha considerado como un escorpión marino (derecha).
Referencias
De madre araña a demonio escorpión: Arácnidos en la mitología. Antonio Melic. 2002. ARACNET 10 - Revista Ibérica de Aracnología (Boletín) 5, pp. 112–124.
Spiders are special: fear and disgust evoked by pictures of arthropods. Antje B.M. Gerdes, Gabriele Uhl y Georg W. Alpers. 2009. Evol. Hum. Behav. 30(1), pp. 66-73.
The true identity of the supposed giant fossil spider Megarachne. Paul A. Selden, Jose A. Corronca y Mario A. Hunicken. 2005. Biol. Lett. 1, pp. 44–48.
1 comentario:
Me ha resultado interesantísimo y muy clarificador.
Saludos
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